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La Opinión

Acoso u Hostigamiento Laboral y/o Sexual en el Trabajo.

Por Claudia Vélez

Toda persona que logra obtener un empleo, busca su estabilidad laboral y su integración en el equipo y área de trabajo al que fue adscrito, se dispone a desarrollar las actividades para las que fue contratado y espera recibir de todos, incluidos compañeros de trabajo y jefes, un trato respetuoso y libre de cualquier tipo de violencia. Asimismo, el usuario o destinatario del servicio público espera recibir de las y los funcionarios públicos el mismo trato.

Para aspirar a este ideal el Estado Mexicano desde el 2022, ratificó el convenio 190 de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), que busca erradicar la violencia y el acoso laboral, emprendiendo acciones para prevenir, atender y sancionarlo, ya que ésta conducta reprobable dirigida a afectar y presionar de manera reiterada a una persona trabajadora, sin importar su nivel jerárquico, hasta lograr excluirlo, que renuncie o sea despedido, se produce en cualquier momento y lugar, dentro y fuera de las oficinas, siempre que las actividades se relacionen directamente con el trabajo y, ante el avance y utilización de medios electrónicos y de comunicación, además de la agresión directa, la hostilidad se expresa por celular, correo electrónico o en línea en las plataformas de las redes sociales. 

El acoso u hostigamiento laboral se ve agravado, cuando es utilizado como medio de presión, amenaza o represalia ante la resistencia de la persona trabajadora a consentir una relación sexual no deseada o para que simplemente conserve su trabajo u obtenga mejores condiciones de trabajo o pierda las que tiene, de esta forma el acoso u hostigamiento laboral se da como medio o ante el fracaso del acoso u hostigamiento sexual. 

La OIT, resalta que el acoso u hostigamiento sexual es la causa de que 1 de cada 4 mujeres sean despedidas; el INEGI en el año 2022, identificó que de 109 mil 310 renuncias de trabajo por éste tipo de violencia, el 61% fueron de mujeres, y siendo que en la actualidad las víctimas no son exclusivamente ellas, hay que abrir el espectro de protección contra este tipo de violencia a cualquier género de la persona trabajadora e incluso extendiendo dicha protección hacia losdestinatarios finales del servicio público, los cuales no son sólo los adultos y jóvenes, sino que también tenemos usuarios vulnerables como son los niños, niñas y adolescentes, en su calidad de alumnos, alumnas o pacientes, a quienes también se busca con esta reforma impedir que los agresores, valiéndose de la cercanía, oportunidad, confianza y poder que ejercen por la actividad laboral que prestan, pongan en riesgo su integridad con insinuaciones verbales o físicas de índole sexual.  

Desde Morena en Tabasco, nos preocupa y ocupa que tengamos ambientes de trabajo saludables, seguros y libres de violencias, por ello ante la importancia, gravedad, trascendencia e incremento de estas conductas inapropiadas en el trabajo, es necesario definir en la Ley laboral local los conceptos de ambas figuras de acoso u hostigamiento tanto laboral como sexual, así como incluir la obligación de abstenerse de realizarlas, con el objeto de inhibir su comisión. 

La Iniciativa

El pasado 13 de febrero, sometí a la consideración de laLXV Legislatura la propuesta de reforma a la fracción II delartículo 45 de la Ley de los Trabajadores al Servicio del Estado de Tabasco, para que dentro de las obligaciones de los trabajadores, se contemple la de abstenerse de realizar cualquier acto que implique acoso u hostigamiento laboral y/o sexual, hacia cualquier otra persona trabajadora, sin importar su posición jerárquica, así como deberá abstenerse de cualquier insinuación o conducta que implique acoso u hostigamiento sexual a los usuarios y destinatarios del servicio que presta. 

De igual forma se propone adicionar el inciso M a la fracción V del artículo 20, como causal de rescisión, para que las Dependencias e Instituciones Estatales y municipales puedan sancionar a sus trabajadores cuando cometan actos de acoso u hostigamiento laboral y/o sexual, contra el usuario o destinario del servicio, compañero, compañera de trabajo o persona trabajadora, sin importar su posición jerárquica, en el centro de trabajo o donde realice las actividades propias de su labor, para ello previamente se deberá realizar una investigación administrativa, en la que se les conceda su derecho de defensa, y evitar que se cometan excesos e injusticias, ante denuncias falsas, pero que si estos hechos quedan demostrados, no quedarán impunes, completando así la ruta para su erradicación.

Se logró la Unanimidad.

Es importante destacar, que todos los diputados de las distintas fracciones parlamentarias que conforman la LXV Legistatura al H. Congreso del Estado de Tabasco,solicitaron adherirse a la Iniciativa presentada, lo que significa que la iniciativa logró el consenso para que sinoposición, sea dictaminada por la Comisión Ordinaria de Fortalecimiento Municipal y Trabajo y sometida a votaciónen el pleno.  

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La Opinión

Remesas en la mira: Por Bernando Bosch

Donald Trump no necesita ladrillos ni concreto para construir un nuevo muro. Le basta un impuesto. El pasado jueves 22 de mayo, la Cámara de Representantes de

Estados Unidos aprobó por estrecho margen su nuevo plan fiscal, un megaproyecto que incluye recortes de impuestos, incentivos a ciertos sectores y un polémico gravamen del 3.5% a las remesas enviadas por personas que no sean ciudadanos ni residentes permanentes.

La propuesta fue aprobada por 215 votos a favor y 214 en contra, tras una maratónica sesión que incluyó tensas negociaciones dentro del bloque republicano. Ahora, el proyecto pasa al Senado, con la intención de que sea aprobado antes del 4 de julio, Día de la Independencia.

Más allá de su nombre y sus promesas, el contenido es claro, se busca financiar parte del plan migratorio y de seguridad fronteriza con dinero que proviene directamente del esfuerzo de los migrantes. En otras palabras, cobrarle a quien trabaja para sostener a los suyos.

México es, sin duda, el país más afectado. Solo en 2024 ingresaron más de 64 mil millones de dólares en remesas, un flujo que sostiene millones de hogares. En estados como Michoacán, Guanajuato o Jalisco, y más recientemente en Chiapas, donde las remesas representan ya el 10% del PIB, este impuesto golpearía directamente el tejido económico y social de comunidades enteras.

Pero más allá de lo económico, esta medida puede tener efectos colaterales preocupantes. Al encarecer el envío formal de dinero, muchas personas podrían optar por alternativas informales o peligrosas, redes no reguladas, métodos inseguros o incluso canales vinculados a la criminalidad. En lugar de controlar, este impuesto podría empujar a los migrantes a la clandestinidad financiera.

Además, el gravamen no distingue entre personas sin documentos y quienes tienen visas temporales de trabajo. Si no eres ciudadano ni residente permanente, pagas. Así de simple. Se castiga el estatus migratorio, no la actividad económica. Y eso manda un mensaje claro: el migrante sigue siendo visto como fuente de ingresos, no como sujeto de derechos.

Todo esto en nombre de reducir el déficit fiscal, aunque difícilmente un impuesto así tendrá un impacto significativo en las finanzas de Estados Unidos. Lo que sí tendrá, y ya lo está teniendo, es un impacto simbólico, se utiliza al migrante como herramienta política, como blanco electoral, como chivo expiatorio.

Y quizá lo más doloroso es que seguimos dependiendo de estas remesas. Lo que debería ser una red de apoyo familiar se ha convertido en una política económica de facto. Mientras no existan las condiciones para que millones de personas puedan construir una vida digna en México, cualquier decisión tomada allá por intereses que no nos consideran seguirá marcando el destino de familias enteras aquí.

Este impuesto no es solo una medida recaudatoria. Es un nuevo muro invisible, económico y profundamente injusto. Y, como siempre, las consecuencias no las pagará la política. Las pagará la gente.

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La Opinión

Primero el agua 

Los sistemas eficaces de gestión de aguas residuales son vitales para preservar la salud humana.  A nivel mundial, el agua contaminada plantea riesgos significativos de diarrea, infecciones y malnutrición, que ocasionan 1.7 millones de muertes al año, la mitad de ellas en niños. 90% de estos fallecimientos ocurre en países en desarrollo y principalmente a causa de la ingestión de patógenos fecales de humanos o animales. A nivel global, el volumen de aguas residuales aumentará con el crecimiento de la población. Y a medida que se expanda la economía y los ingresos globales, el contenido de sustancias químicas peligrosas, tóxicos y desechos asociados al estilo de vida moderno también será mayor. 

El tratamiento eficaz de las aguas residuales es esencial para la buena salud pública. La ONU reconoce “el derecho al agua potable limpia y segura y al saneamiento como un derecho humano que es esencial para el pleno disfrute de la vida y todos los derechos humanos.

Más de 80% de las aguas residuales del mundo se vierten en el medio ambiente sin tratamiento, una cifra que alcanza 95% en algunos países menos desarrollados. Hoy día, solo 26% de los servicios urbanos y 34% de los servicios rurales de saneamiento y aguas residuales previenen efectivamente el contacto humano con las excretas en toda la cadena de saneamiento y, por tanto, pueden considerarse seguros.

La buena salud y el bienestar están contempladas en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3, que incluye las siguientes metas:

Para 2030, poner fin a las epidemias del SIDA, la tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas y combatir la hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles. 

Para 2030, reducir sustancialmente el número de muertes y enfermedades producidas por productos químicos peligrosos y la contaminación del aire, el agua y el suelo. Por poner un ejemplo de la relevancia, las condiciones de cobertura de agua y drenaje en población indígena se muestran con mayor rezago. Con base el Conteo Intercensal de 2015, se reportan 12.0 millones de población indígena, 10% de la población total del país (CDI, 2016). De este importante sector de mexicanos 10.5 millones, (87.3%) cuentan con servicio de agua entubada en la vivienda, y no lo tiene 1.5 millones (12.7%). En cuanto a drenaje, 8.8 millones (73.1%) de indígenas disponen de drenaje en la vivienda, es decir 3.2 millones de habitantes (27%) carecen de esta facilidad (CDI, 2016).

Dada esta importancia sin lugar a dudas, el gobierno federal, estatal y municipal en el ámbito de sus competencias deben urgentemente invertir en la implementación de tecnología verde, autosustentable y económica. Esto significa que primero el agua, significa tomar decisiones asertivas hoy y diseñar fórmulas desde el Estado con participación social y bajo marcos de equidad y justicia social para plantear un escenario diferente a la población que le permita tener acceso al agua y de calidad. 

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La Opinión

La utopía de vivir bien

Cada generación tiene su propia idea del sueño que perseguir. Para nuestros padres, vivir bien era tener un trabajo estable, una casa propia, un coche, una familia. Ese era el ideal. Una vida con certezas, o al menos con una ruta clara. Para muchos jóvenes hoy, eso parece más una fantasía que una meta realista.

Piénsalo. ¿Cuántos de nosotros, a los veintitantos o treinta y pocos, estamos cerca de comprar una casa? ¿O de tener un ahorro suficiente para cualquier imprevisto médico? ¿Cuántos viven con la tranquilidad de que lo que ganan les da para cubrir sus necesidades sin estrés constante? La respuesta suele ser pocos. Muy pocos.

Y no es que no queramos trabajar. Al contrario, hay toda una generación haciendo malabares con chambas, proyectos, freelances, emprendimientos, redes sociales, idiomas y más. Lo que pasa es que el contexto cambió. Las reglas del juego ya no son las mismas. Los precios de todo subieron, pero los sueldos no. La estabilidad se volvió un lujo. Y aun así, seguimos midiendo nuestro éxito con la misma vara que se usaba hace 30 o 40 años.

Nuestros papás, por ejemplo, sabían que si había que apretarse el cinturón durante un par de años para ahorrar, se hacía. Porque aunque las cosas eran duras, el esfuerzo rendía frutos relativamente claros. Hoy vivimos rodeados de estímulos constantes, de una cultura de consumo que no descansa. Queremos la casa, sí, pero también el celular nuevo, los tenis edición limitada, las comidas fuera, los viajes, la suscripción a cinco plataformas y la experiencia instagrameable de cada fin de semana.

Y no está mal querer disfrutar. Al contrario, es válido querer vivir bien, querer gozar. Pero tampoco podemos ignorar que muchas veces nosotros mismos nos saboteamos con ese consumo sin freno. No siempre, pero muchas veces, gastar sin conciencia nos aleja más de lo que creemos de nuestras propias metas. La idea de que todo es inmediato también nos juega en contra: ahorrar, construir algo a largo plazo, renunciar hoy para ganar mañana, suena cada vez menos atractivo en un mundo que te vende gratificación instantánea.

Por eso, creo que toca ser sinceros con nosotros mismos. Sí, el sistema es desigual. Sí, es más difícil. Pero también toca hacernos responsables de nuestras decisiones. De qué gastamos, en qué invertimos nuestro tiempo, qué tipo de vida queremos construir. Tal vez vivir bien no se trate solo de lo que nos falta, sino también de lo que estamos dispuestos a priorizar.

Y al final del día, ¿qué significa vivir bien? ¿Es tener casa propia? ¿Viajar? ¿Tener hijos? ¿Emprender? ¿No tener jefe? La verdad es que no hay una sola definición. Y eso también es parte de lo que distingue a nuestra generación, que estamos empezando a entender que el éxito no tiene por qué verse igual para todos. Que no se trata de cumplir con un guion ajeno, sino de escribir el propio.

El verdadero éxito no tiene que ver con lo que acumulas, sino con lo que construyes contigo mismo. Con la paz de vivir en coherencia con lo que piensas, con lo que sientes y con lo que haces. La felicidad real no es una fórmula única. Es la autorrealización de cada persona, en la forma en que le plazca. Para algunos será formar una familia. Para otros, será emprender. Para otros más, será vivir con menos, pero con más libertad. Y todo eso está bien.

Puede que no todos lleguemos al mismo destino, pero si entendemos que vivir bien es vivir con propósito, en paz con lo que somos y hacia dónde vamos, entonces tal vez ese sueño ya no es una utopía. 

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